El cifrado basado en hardware y la protección DRM de los procesadores Intel vuelven a ser el foco de nuevas brechas de seguridad. Los procesadores de la marca Intel de las generaciones de los últimos 5 años están afectados. Los últimos chips de la 10ª generación no están afectados. Debido a la debilidad del hardware, según los investigadores de seguridad, no se puede reparar.
El keylogger u otro malware permite a los atacantes penetrar en el sistema. El software antivirus es impotente en este caso, ya que el ataque tiene lugar a nivel de hardware y el software de seguridad basado en software no es consciente del ataque.
Así, los atacantes pueden descifrar los discos duros encriptados, falsificar los identificadores de hardware y leer contenidos protegidos por DRM.
Intel ha sido informado de la vulnerabilidad, pero no la considera grave debido al acceso físico requerido. Se recomienda a los usuarios que mantengan los sistemas actualizados y que apliquen los parches correspondientes. Según los expertos en seguridad, la brecha no puede cerrarse por completo.